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Su historia es, en
sus inicios, la de un futbolista gris. A Klopp le faltan, con las botas
puestas, el talento y los recursos que le sobran como técnico. Siempre con el
rojo del Mainz 05; doce años de mucho barro y poco fútbol en la desapacible 2.
Bundesliga, que le acaban erigiendo en símbolo del club y en icono para los nullfünfer durante su longeva carrera como
futbolista.
2001 es el año de
su retirada. A Klopp le cuelgan las botas, pero le regalan un silbato y una
pizarra. Amor recíproco. Se cree en él como el resorte que remonte al Mainz 05 a la máxima categoría del
fútbol alemán. Se rehúye hablar de inexperiencia y confían en sus dotes de
mando y liderazgo. Klopp debe devolver a los suyos la confianza que le han
conferido, demostrar que es un técnico con la ciencia necesaria y que su
experiencia como jugador ha servido también para engendrar un gran entrenador.
Desde sus inicios en el banquillo se observa a un Klopp capaz. Enérgico y
comprensivo, sigue siendo un gran compañero. “Cuanto más te preocupes por la persona, más obtendrás a cambio”,
es una de sus máximas. Pero Klopp no vive sólo de esa retroalimentación. Se
erige como un estudioso de la táctica y rápidamente llegan los resultados,
siendo capaz de llevar al equipo a jugar una promoción de ascenso en su primer
año. También en su segundo. Tras morir en la orilla, llega una tercera. Éxito
rotundo. Klopp es un héroe; hace historia con su Mainz 05.
Con el ascenso de
categoría llega también la propulsión de Jürgen Klopp como icono mediático en
Alemania. No es ya sólo un entrenador de moda, sino también estrella
televisiva. Adquiere una gran relevancia y popularidad como comentarista de la
cadena ZDF, destripando tácticamente a laNationalmannschaft.
Sus compatriotas admiran a un tipo llegado del fútbol más modesto, que
demuestra tener una personalidad y talento arrolladores.
Futbolísticamente
consigue mantener, durante dos temporadas, al Mainz en la élite. En la tercera
vuelve a los infiernos; de las mieles de éxito a las hieles del olvido. A pesar
de todo, la popularidad de Kloppo –como
ya le conocen cariñosamente sus paisanos– no cae y recibe numerosas ofertas
para seguir entrenando en la máxima categoría. Pero, ahora más que nunca, el
hombre franquicia del Mainz 05 (17 años en el club) considera que no puede
abandonar a los suyos y busca un nuevo ascenso. Este no llega y Klopp cree que
su etapa, su eterna carrera con los nullfünfer, ha
llegado a su fin.
Los numerosos méritos de Klopp son sondados positivamente por
los dirigentes del Borussia Dortmund, que despiden a Thomas Doll tras una
nefasta temporada y apuestan por el técnico con aspecto de científico loco como
el hombre que devuelva al Westfalen (ahora Signal Iduna Park) la grandeza del
pasado. Estamos en 2008. Lo que va a llegar en el futuro es apoteósico.
EL MÉTODO KLOPP
Sus excentricidades desde la banda y la popularidad del
personaje no deben llevarnos a engaño. Detrás del continente hay contenido:
entrenador y método. Klopp es, además de un gran motivador, un obseso de la
táctica y estudioso de multitud de variantes y formas de entender el juego.
Desde Guardiola a Mourinho –a quienes admira–; del blanco al negro, pasando por
una alta gama de grises. El de Stuttgart bebe de multitud de afluentes y esa
pluralidad es trasladada francamente bien sobre el césped.
·
4-2-3-1 flexible
Siempre cobijado en un dibujo 4-2-3-1, una disposición de los
jugadores flexible en función del partido y, dentro del partido incluso, del
momento. Ahí radica también otro de los éxitos del teutón: la obsesión por
hacer pensar a sus jugadores sobre el juego, enseñarles a madurar los partidos.
De ese modo
estamos acostumbrados a ver un Borussia polifacético, capaz de dominar varios
registros. Sirva de ejemplo el doble enfrentamiento con el Real Madrid:
ofreciendo dos versiones en el Signal
Iduna Park; cómodo en el vértigo, en el box
to box –que tanto
gusta al Madrid también–, y dominando sin complejos el ataque posicional,
maestros aún en su juventud. Por el contrario, en el Bernabéu se desplegaron de
una forma mucho más conservadora, cerrando el mediocampo y
candando la defensa, para salir enérgicos a la contra. Tres
versiones de un mismo equipo interpretadas a la perfección: sinónimo de
grandeza.
Jürgen Klopp bebe de las más modernas técnicas de entrenamiento,
pero también sabe mezclar maravillosamente bien todos los conceptos y
parámetros del juego, y recurre sin tapujos a los clásicos y viejos maestros.
Así, en ese banco de experimentos en el que ha convertido al BVB, podemos
observar detalles de Wolfgang Frank, antiguo entrenador suyo en el Mainz 05 y a
quien se considera pionero de la defensa zonal de cuatro en Alemania.
·
Concept football
Ofensivamente
también se compara la obra y el estilo del Mainz y el actual Borussia de Klopp
con el gran Friburgo de Volker Finke, padre del término Concept
football, un estilo que desarrolló en su plenitud con aquel equipo
de la región de Breisgau, a los que en la actualidad se les sigue recordando
como losBreisgau Brasilianer (“los
brasileños de Breisgau”): fútbol de movilidad constante y ritmo
eléctrico. Conceptos elevados por el Borussia de Klopp a la enésima potencia.
·
Presión tras pérdida
Esa es, sin duda,
una de las grandes virtudes de este Dortmund: la presión después de la pérdida
de balón. Su ataque posicional implica a los 11 jugadores de campo. Todos
trabajan en la fluidez de la posesión y buscan las asociaciones constantes en
pos de abrir huecos en la defensa rival. Estas relaciones entre jugadores solo
se consiguen viajando juntos, aproximando líneas y triangulando en corto para
después buscar en largo. Así, cuando se produce la pérdida, la densidad de
jugadores borusserscerca del balón es altísima y el nuevo robo
suele fructificar.
“Nosotros también presionamos
como ellos, inmediatamente después de perder la pelota, y desde hace mucho.
Pero ayuda poderle decir a un jugador: mira, los del Barcelona hacen lo mismo”. Jürgen Klopp,
estratega y motivador en una referencia al Barcelona de Pep Guardiola.
·
El experimento de Klopp continúa.
Klopp prosigue su
obra, haciendo vibrar cada domingo a los más de 80.000 aficionados que
abarrotan el Signal Iduna Park. Fieles a un equipo que enamora desde la llegada
de ese joven con aspecto de científico loco y carrera insulsa como jugador, que
poco tardó en quitar las legañas a los más aletargados aficionados borussers.
Cuatro años después, el experimento continúa haciendo historia.
Autor:
http://www.martiperarnau.com/
* Diego Tejerina es periodista y ex futbolista.
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